Comenzamos
una nueva asignatura, Educación del Movimiento, primera toma de contacto con
esta y una cosa ha quedado clara, no es “igual que el resto”. Con la anterior
afirmación quiero dejar constancia de que nos encontramos ante un modelo
diferente, para nosotros, de educar. Una forma basada en el dialogo, en la
participación y en la reflexión, dejamos atrás las típicas clases en que un
profesor delante nuestro habla y transmite conocimientos durante el tiempo de
clase, mientras que todos nosotros “escuchamos” o al menos eso intentamos, ya
que transcurrido un tiempo resulta cada vez más difícil conservar el interés
hacia dicha clase. Estas asignaturas en las cuales terminas ingiriendo todos
los conceptos, las últimas semanas anteriores al examen que tienen su fin el
día de dicho examen, en el cual “vomitas” todo lo tragado estas últimas semanas
sin finalidad ni utilidad, olvidando al poco tiempo lo memorizado.
Entramos en
una educación donde nosotros somos parte fundamental de ella y de nuestro
aprendizaje, con nuestra participación e involucración guiados de la mano del
profesor llegaremos a formarnos de verdad.
Nos encontramos ante una forma distinta de educar inusual en
nuestra sociedad. Estas clases me recuerdan a mi estancia en Berlín en un
intercambio en el 2010, donde pude conocer una educación distinta a la
impartida en mayor medida en nuestra cultura. Se trataba del
Freie Montessori Schule en el cual tienen un concepto de enseñanza,
basada en las ideas de la educadora y médica María Montessori, donde el aprendizaje, entendido como la
experiencia de las cosas, es permanente y fluido.
La libertad, el entusiasmo, la
experiencia y la responsabilidad son los
fundamentos de la educación de María
Montessori. Su método se basaba en unos principios básicos: la
mente absorbente del niño (esponja ilimitada), los periodos sensibles por los
que pasan los niños para la relación con el mundo externo, el ambiente
preparado para fomentar el desarrollo de aspectos sociales, emocionales
e intelectuales y el papel del adulto, el cual es guiar al niño, siendo un
observador en continuo aprendizaje y desarrollo personal. El verdadero educador
está al servicio del niño educando y debe de cultivar en él la humildad, la
responsabilidad y el amor.
De mi experiencia en este colegio quiero destacar el
ambiente de las clases. Las clases físicamente no eran las típicas clases
convencionales con tantas sillas y mesas como alumnos todas ellas en dirección
al profesorado. Pues allí el ambiente era único, clases rodeadas de estanterías
repletas libros de todos los temas envolvían un lugar con diferentes zonas con mesas
grupales, sofás, moquetas, puestos de ordenador,... En cuanto al profesorado,
eran guías y apoyos en la educación de los alumnos, siendo dichos alumnos los
responsable de su aprendizaje. Recuerdo algunas clases en las que comenzaban
todos haciendo un círculo sentados en el suelo, incluido el profesor, y ponían
todo tipo de temas en común. Sin duda fue una gran experiencia.
Este tipo de educación, minoritaria en nuestra educación, se encuentra bajo la hegemonía y el arraigo cultural que contiene la educación del monologo, muro social que nos impide disfrutar de esta.